Cómo pasa el tiempo… La última vez tenía el firme propósito de escribir más a menudo, pero las circunstancias (y la pereza) lo han impedido.
Nació Marcos, el hermanito de Alex. No se parecen en casi nada, salvo en su sonrisa y en lo cariñosos que son.
Ríen constantemente, y Álex cuida de su hermanito como si le fuera la vida en ello.
Alex está hecho un hombrecito de tres años, con todas sus virtudes y sus defectos. Claro que un exceso de vitalidad no debiera considerarse un defecto, aunque resulte agotador.
Marcos es un carácter tranquilo, en comparación. Aunque cuando llora, como su tono va in crescendo, acaba por meterse en el cerebro y uno llega a pensar en que peligra la integridad de los tímpanos…
El tiempo no es lo que se esperaría del caribe. Hace frío y llueve. Pero esto es un paraíso.
Me siento feliz aquí y no puedo dejar de pensar en venirme a vivir. Creo que los dos niños serían felices, aunque claro, eso es buscar la excusa.
Alex, desearía que siempre mantuvieras tu espíritu cariñoso, tu sonrisa y optimismo. Esta mañana, a las siete, no querías levantarte (ni yo tampoco). Aunque hacia rato que había amanecido, decías que aún era de noche. Justo en ese momento han cantado los gallos y como si tuvieras un resorte te has puesto de pie y has gritado a toda voz: ¡¡¡¡¡ Cócoroco, cócoroco, ya es de día, ya es de dia, cocorocó, a levantarse todos, a levantarse todos!!!!!.