
Bueno, temporalmente. Marián y él se han ido unos días a República Dominicana, para que su bisabuela y tías lo vean crecer...
Ya empezó a andar. Como Robocop, pero a andar. Soy su padre, sea, pero es un encanto de niño. Un vendido, eso sí, porque se va con el primero que le cae en gracia. Y le caen en gracia todos/as.
Le echo mucho de menos, porque aunque a veces quiebra la paciencia del más fuerte, lo cierto es que es (podeis vomitar) un encanto.
Y a mi, como padre suyo que soy, y a mucha honra, se me cae la baba cuando lo oigo gritar (de viva voz o por el skype) y me llama "papáááááááááá´".
Hala, mañana más.