viernes, 7 de enero de 2011

Y sigo...

En contra de lo que esperaba, aún estoy en el hospital.  Pero nos lo tomamos con sana alegría y buen humor.  Tengo un compañero de habitación, Agustín, que es un guasón de primera, y mano a mano nos reímos bastante...

Alex viene todos los días a verme, y le encanta subir a la cama y comprobar hasta dónde se puede doblar y cuánto puede subir (puede subir mucho, tanto que da un poco de vértigo).  Pregunta siempre si ya estoy bueno y no ceja en su empeño de curarme.  El único problema es que no se quiere ir nunca, y normalmente la visita termina con un espectáculo de variedades a su cargo.

Marcos sigue sonriendo a todo el mundo, sin distinción de edad, sexo, raza ni religión.

En el hospital encuentras gente maravillosa y gente que no lo son tanto, y en general es toda una experiencia.  Pero como toda experiencia, el abuso cansa.  Y deseo de todo corazón poder volver a casa lo antes posible, aunque allí me espere el desafío de la vida real.


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